Espera unas horas para que hables de mí
Yeslando de Jesús González Bracho
Ayer morí. Fue una muerte húmeda y desesperante. Tuve que levantarme muchas veces a sacar agua. Alguien escribió cierta vez que uno tiene que escoger cuando debe morirse, llegó de repente la sombra con la hoz entre sus huesos y no me negué. Claro, echó tierra en mis ojos. Se le veía cansada y triste de tanto buscarme.
Recuerdo la primera tarde fue en enero de 2001, precisamente el primer día de ese año. Un amasijo de hierro amalgamado entre plástico y pasta recubrían mi cuerpo. ¡Qué desgracia gritaban los hablachentos!. Solo alcancé a escuchar la sirena de la ambulancia y los rumores de los médicos mientras arrastraban la camilla…lleva la columna vertebral hecha “pomo “como acostumbra a decir mi esposa. Ella estaba de vacaciones en Sucre y yo me había quedado para el descanso de las festividades decembrinas, Igual, terminé muriendo ese día, creo que a las seis y diez. Fue una muerte sin avisar.
La vieja de negro olvidó anunciarme su llegada y se quedó con sus dientes amarillentos rechinando tras el portazo del médico de turno gritando ¡Está vivo!! ¡Milagro…milagro! Yo que nunca había creído ni en los milagros de José Gregorio Hernández. Y soy creyente.
Después vinieron muertes sucesivas que yo no planifiqué pero que la oscura parca decidía como si ella tuviera poder en mi vida. Otro accidente, otro primero de enero, la negra astuta negoció mi vida con mis familiares, pero se quedó con las ganas. ¡Epa no es racismo, viste de negro!
Luego vino el día del ictus cerebral y de verdad casi lo logra cuando engañado me subió en un autobús sin retorno donde ya iban varios amigos. También fue en una madrugada de enero de 2014.
El penúltimo fue de Corona Virus. Viniendo de Colombia un maldito viejo se nos abalanzó a mi esposa y a mí con la excusa del descuido de los venezolanos. Me abrazó el muy necio. Cuando llegué a mi casa iba prendido en fiebre y un carrasposo en la garganta. No pudo. Yo no estaba en el listado borroso que reescribía todos los días.
Y miren que me ha hecho muchos atentados como cuando el vecino nos amenazó de muerte quemándonos y con un balazo en la frente. Hasta se arrodilló y se crucificó. Desgraciados “cañaderos” de mierda confabulaban con los guajiros y la muerte para, “de ser posible darnos de baja”.
Pero fue ayer en la noche cuando se decidió. Se emperifolló para venir por mí. Inocente iba a la trampa que con el visto bueno de los vecinos que habían tratado con ella. Los murmullos, las fiestas de Carmencita la que creía que aún tenía quince años y Raíza la gorda viciosa, los desmanes para Yoleiva a quien además la habían dañado desde hacía cuatro años. La querían volver loca y a mi muerto. Yo no estaba dispuesto y mi esposa tampoco.
Han sido días amargos…yo que comulgo con los santos pero que no duermo con ellos porque se revienta la hamaca y le salen los alambres al colchón. ¡Y soy creyente!
No, no estoy listo para que digas sobre mi ataúd ¡Qué bella le quedó la sonrisa! ¡La cara le quedó igualita! ¡Tan buena gente! ¡Y soy creyente!
La negra sucia está llorando bajo el matapalo y mi esposa y yo vamos camino a los terrenos. Qué me espere si quiere… esta vez tampoco me toca.

He graduated with a Bachelor of Arts and a Bachelor of Education. He also has a PhD from the Pedagogical University. He writes under the pseudonym “Goya”.