Tres poemas de Elí Urbina
Elí Urbina
BOLA DE RATAS
Elí Urbina
Ore, mus, domine mundi.[1]
A la luz de la luna verde por el bosque,
un temblor de súbito sacude la cabaña;
ratas, ratas invadiendo en hordas; ratas,
con acerados dientes, con infectas garras;
ratas quebrando el silencio del papel;
ratas andando como latir de sombra,
al asecho de tu pie desnudo y de tu rostro;
ratas llenando la bombilla hasta nublarla,
desollando al gato, destripando al pastor;
ratas de piel lampiña y rugosa,
cual escroto decrépito, a ciegas olisqueando;
ratas pululando hasta por dentro del espejo,
un gran tumor mutante a punto de explotar en ratas;
ratas brincando a quemarropa en el pasillo;
ratas cuando a tientas buscamos la salida;
ratas como derrame de petróleo hirsuto,
apestando a humedad y a meadero,
a secreción y a carca umbilical;
ratas chirriando sin tregua, ¡aj!, chirriando,
lo mismo que sartenes o parlantes posesos;
ratas, ratas, fariseas, déspotas, demagogas,
agujereando por doquier al mundo,
siempre en tránsito hacia su latido;
ratas, paradigmas de monstruosidad,
engendros de un ovario emputecido, ratas.
[1] Por la boca, la rata domina el mundo.
BAJO ESTE CIELO EXTRAÑO
Elí Urbina
Bajo este cielo extraño, hundido en el silencio,
corto la oscuridad con turbia pincelada.
Un inmenso arenal me circunda, se extiende
sobre el hueco del mundo, llena todo de ausencia.
Erguido entre el dolor, me mezclo con el polvo,
en marcha circular, siempre en sentido opuesto.
El tiempo no es el tiempo, pero de golpe pasa.
Tensa de incertidumbre la palma de mi mano,
raigambre membranosa, se alarga sordamente.
Un raudo, casi helado ardor asciende, estalla.
Violento es el tumulto terrestre de la angustia.
Tanta boca, piedra, uña; tanto ojo, vidrio, pelo.
Cada estremecimiento es un corte insondable.
Cada paso me envisca, incrustado de culpa.
Materia abominada, substancia crepitante.
Desde otra oscuridad, en la memoria, un rostro
grita inerme. ¿Es su nombre el nombre de mi herida?
En vano corto el muro de carne de esta sombra;
es todo desamparo, dolor que nunca acaba.
MÁS ALLÁ DE LAS ANÓNIMAS ESPESURAS DEL SILENCIO
Elí Urbina
Más allá de las anónimas espesuras del silencio,
hay alguien que ansía ser tú y tomar tu reino.
Ese reino, que tú ves lleno de sombras y tristeza,
es el anhelo oculto de otro en su destierro.
¿Es que acaso eres solo un espejismo obsesionado
con la exuberancia de una vida ilusoria?
Tu mano atraviesa la plenitud del sueño
y, al despertar, quiebra la cáscara seca de los días.
El espejo ya no tiene una imagen para ti.
Vives en el lado oscuro de todos los azogues;
un mundo de duelo donde eres tu propio muerto.
¿Cómo puedes construir un castillo digno de tus ansias?
Estás cansado de plegarias y de sus inútiles carnadas.
En las arenas, restriegas el imán de las palabras
y no alcanzas el abundante erizamiento de la dicha.
Tus pasos hacia el vacío son inevitables y, aunque
intuyes la caída, te distraes con los placeres de la carne.
Más allá de las anónimas espesuras del silencio,
hay alguien que ansía ser tú y tomar tu reino,
ese vasto reino lleno de sombras y tristeza.

Elí Urbina (Chimbote, Perú, 1989) is a poet and director of the magazine and publishing house Santa Rabia Poetry. His work, translated into several languages, appears worldwide. His latest book, Un hombre solo, un solo infierno (Valparaíso Ediciones, 2025), includes his most significant poems from 2012–2024.